Por: Maggie Otero

No es un secreto que los adultos mexicanos encaramos una terrible amenaza a la salud: el sobrepeso y la obesidad, la cual afecta a 7 de cada 10 adultos de ambos sexos sólo en la Ciudad de México, de acuerdo con ENSANUT. Si bien, miles de adultos han decidido tomar acciones para contrarrestar los efectos de esta crisis epidemiológica, estos esfuerzos se han visto tremendamente entorpecidos por la magnitud de inactividad física que los mexicanos enfrentamos en la actualidad. Aunque 70.7% de la población nacional cumple con los criterios mínimos establecidos por la Organización Mundial de la Salud para ser considerados adultos activos, cifras del ENSANUT han demostrado que 43.8% de los adultos pasan dos horas diarias frente a una pantalla, mientras 28.5% reveló pasar cuatro horas o más. Esto es particularmente angustiante, considerando que la inactividad física no es sólo uno de los factores de riesgo del sobrepeso y obesidad, sino que también incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, osteoporosis, cáncer de mama y de colón, e incluso muerte temprana, entre otras complicaciones.

Los esfuerzos para dejar de lado el sedentarismo y avanzar hacia estilos de vida saludables son un gran progreso en la lucha contra las enfermedades no transmisibles en el país, e indudablemente deberían ser impulsados con mayor fuerza. Aún así, los números reflejan que, a menos que dediquemos menos tiempo a actividades sedentarias y adoptemos una cultura de actividad física global, estas medidas simplemente no serán suficientes para disminuir la prevalencia de dichas enfermedades de manera significativa.